El día que mi padre cumplió los 45, dos patos se apareaban en un parque de Varsovia. A veces me pregunto donde irán los patos cuando el lago se congela, pronto, a principios de otoño. ¿Al sur?, supongo que irán a un sitio donde no haga este dichoso frio, ni llueva, porque mira que llovía desde que salimos de Kaunas, y dejamos atrás su niebla nocturna, y llovía y lllovía. Luego llegamos a las tantas y allí estaba Luis, con su cara de dormido, ante la torre que Stalin regaló a Varsovia, alta, encolmeada. volvimos a la civilización en el metro, el tranvía, la gente por las calles de madrugada, y luego por el día más, eso si siempre con lluvia, incensante, nada espectacular pero paciente, empapando lso retratos del papa en cada esquina,las casas bien cuidadas, de colores, cuidadosamente reconstruidas auqnue no era igual al otro lado del rio claro. Allí siq ue quedaba algo de memoria un tanto fúnebre, lso aldrillo desconchados, barandillas mutiladas y la gente sin paraguas mientras llovia y llovia. Por la noche salimos y robamso queso y caminamos hacia la ciudad financiera, una meta de rascacielos atrapados por los cables del travía, dormimos y fuimos al parque, el de los patos que se van al sur cuando los lagos se congelar. Y más tarde volvimos y ese royo, y felicité a mi padre, que cumplía 45.
Nahuel y Carold
La torre de Stalin
El otro aldo del rio
La noche polaca desde un piso 40
Nahuel y Luis en la Plaza mayor
El monumento a lso soldados polacos caídos en la IIGM
La catedral de aldrillo nuevo
El alemán simpático que ha de haber en todo erasmus
Varsovia no se acaba nunca